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Historia de la cabalgata de Los reyes Magos

HISTORIA DE LA CABALGATA DE LOS REYES MAGOS La entrega de “juguetes para aguinaldos” proviene de tiempos inmemoriales, cuando los señores daban a sus súbditos regalos, que llegaron a provocar ciertas polémicas e incluso en algún momento tuvieron que ser prohibidos por las autoridades. Parece que la palabra aguinaldo proviene del francés, cuando en algunas aldeas galas el pueblo con ocasión de la fiesta pagana por el solsticio de invierno gritaban: “Al muérdago, el Año nuevo”, que en francés venía a ser “A – gui – l´- an – neuf”, que transformado al español es la palabra aguinaldo. Los druidas galos subían a los árboles para coger muérdago que vendían al pueblo con supuestos poderes curativos, lo que les proporcionaba unos pingües beneficios. Esta tradición se mantuvo hasta finales del siglo XVI, cuando fue abolida por la iglesia. Es así como en España se establece en la Pascua de Reyes -la Epifanía-, la entrega de aguinaldos, que consistía en repartir regalos: dulces, juguetes, dinero,... ligando esto a la llegada de los Reyes Magos, y a la alegría que producía que la luz diurna fuera ganando a la noche. Desde al menos 1844 hay referencias a las celebraciones en las calles de Madrid de la noche del 5 de enero. La fiesta consistía en esperar a los Reyes Magos. El 7 de enero de 1846 encontramos la siguiente noticia: “Ante de ayer, víspera de Reyes, las calles de Madrid, según costumbre, se vieron cruzadas de asturianos y gallegos, con las escaleras y demás requisitos necesarios para asistir a la entrada de los Reyes Magos. Son pocos en el día, sin embargo, los que de buena fé corren las calles y acuden a las puertas de la capital a esperar la real comitiva, el engañado no suele ser el que lleva la escalera, y más bien pareciese que este es el que engaña a sus compañeros que le rodean, pues esto sirve de pretexto para entrar y detenerse en las tabernas, y echar sendos trinquis. A pesar de las crisis por que está pasando estos últimos días la corporación de los aguadores, estos han tomado mucha parte en las correrías anuales que presenta la capital en dicha noche, y con sentimiento hemos encontrado también algunas mugeres ébrias y descompasadas por esas calles.". Esta tradición, preámbulo de la cabalgata, era cada vez seguida por más gente y la fiesta tendió a alargarse -las primeras acababan a las 9 de la noche y con el tiempo llegaron hasta las 12-, siendo el pueblo de Madrid mero espectador del ir y venir de los actores, que ya no solo eran aguadores y mozos de cuerdas (en su mayoría asturianos y gallegos), sino que se iban uniendo a las comparsas otros ciudadanos y ciudadanas. Llevando escaleras, antorchas o teas, hacían sonar los cencerros y latas con gran estruendo a su paso por las calles y hacían paradas para tomar vino. Al grito de alguno de los de la partida se dirigían a las puertas de Madrid (la de Toledo, Fuencarral, Bilbao,...), y encaramándose a las escaleras empezaban a gritar: “Ya los veo, ya vienen, ya llegan los Reyes Magos”. Los alborotadores se solían disfrazar con vistosos colores y se tiznaban la cara. Eran los grupos encabezados por mujeres los que más seguidores tenían. Por su parte la prensa solía ser muy crítica con esta celebración por los disturbios que causaban, aunque otros trataban el tema con cierta alegría y comprensión. Los espectadores les llamaban tontos e ilusos por esperar a la Real Caravana que jamás iba a llegar, aunque creemos que para los actores era una forma de celebrar la fiesta a sabiendas de lo que hacían. Incluso alguna crónica se atrevía con algún versillo: “Espuestos á mil estragos cruzan calle y plazas, pero hallaron calabazas en vez de los reyes magos” En general la crítica era feroz con la celebración, calificándolos de “bobos”, irreverentes o simple preámbulo de los Carnales. En alguna ocasión también fue aprovechada esta noche para manifestar desacuerdos políticos bajo los disfraces y mezclados con la muchedumbre. En 1849, la prensa católica proponía como anticipo de las cabalgatas: “... Valdría más que esos artesanos que salen a las calles huidos y avergonzados de lo que seguramente no es un crimen, representasen en esa noche farsas a propósito de la supuesta llegada de los reyes magos: diversión que entonces lo sería para todos y daría lugar a bailes públicos ... Esta costumbre se mantuvo hasta 1882, cuando el Ayuntamiento de Madrid para “evitar los escándalos”, dictó la orden de multar a los miembros de las comparsas, excepto que compraran la licencia que por cinco pesetas permitía el alboroto. Esta ordenanza fue la puntilla definitiva para la desaparición de esta celebración en Madrid, que con el paso de los años fue perdiendo adeptos. En el entretanto, y según algunas fuentes, en Barcelona se celebró la primera Cabalgata de Reyes en 1855. Sin embargo la primera vez que hemos encontrado en la hemeroteca la denominación: “Cabalgata de Reyes”, es la correspondiente al día 5 de enero de 1879, cuando el empresario barcelonés Miguel Escuder, organizó una cabalgata benéfica con el objeto de “entregar el aguinaldo propio del día a los niños de ambos sexos de la casa provincial de Caridad, de Misericordia y de Maternidad y Espositos”. No obstante si que hemos hallado la siguiente noticia fechada en enero de 1873, que viene a avalar que las primeras cabalgatas venían de Barcelona: Como vemos la comitiva procedía de Barcelona, pero llama también la atención de la convocatoria a las comparsas que esperaban la venida de los reyes con las escaleras, teas,..... En definitiva, este quizás fuera el primer intento de encauzar y dirigir la fiesta popular de la Noche de Reyes. Por su parte las cabalgatas en el resto de España iban ganando mayor relevancia. Así destacaban las de Alcoy; las de todas las capitales andaluzas, en especial la de Sevilla, donde llegó a participar como Rey Mago don Jacinto Benavente lo que demuestra el gran interés que iban tomando; Zaragoza; Valencia, Palma, etcétera, etcétera. Teniendo todas ellas un carácter benéfico. En Madrid no será hasta el día 5 de enero de 1928 cuando se celebra la primera gran cabalgata. La idea fue llevada a cabo por el Heraldo de Madrid, que en vista de la pasividad municipal decidieron organizarla. De forma corporativa la propuesta fue apoyada por toda la prensa madrileña. La cabalgata partió del Circo Price, que colaboró con la aportación de diversos artistas -sobre todo payasos-, a las 11 de la mañana, siendo su recorrido: Plaza del Rey, Gran Vía, calle de Alcalá, calle del Marqués de Cubas (sede del Heraldo de Madrid), paseo del Prado, ronda de Atocha, Embajadores, de vuelta hacía Cibeles, calle Alcalá y O´Donnell, donde finalizó a las 13 horas en el Asilo de San José. Allí hubo actuación de los payasos y después se procedió a la entrega de los juguetes a los 700 niños y niñas de los asilos-inclusas. Hasta aquí los precedentes y nacimiento de la tan ansiada Cabalgata de Reyes que a todos los niños ilusiona. Que no se le olvide a nadie, que las esperanzas no se pierdan, y que siempre haya alguien que de forma figurada subido a una escalera grite: “Ya vienen los reyes...”

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